viernes, 14 de agosto de 2009

Capitulo 2: disculpas.

Carlisle fue el único que conservó la calma. En el aplomo y la autoridad de su voz se acumulaban siglos de experiencia adquirida en las salas de urgencias.
—Emmett, Rose, llevaos de aquí a Jasper.
Emmett, que estaba serio por vez primera, asintió.
—Vamos, Jasper.
El interpelado tenía una expresión demente en los ojos. Continuó resistiéndose contra la presa implacable de Emmett. Se debatió e intentó alcanzar a Emmett con los colmillos desnudos.
Me gire y cubrí el cuerpo de Bella con un signo de protección, en ese momento no estaba respirando, no quería correr el riesgo de oler la sangre de Bella, me notaba mas pálido de lo normal, no me podía creer lo que estaba pasando.
Rosalie ayudó a Emmett para sacar a Jasper fuera, se tapaba la nariz con la mano.
Esme tenia el rostro triste y avergonzado, también tuvo que taparse la nariz con la mano, si… si yo hubiera sido humano nada de esto hubiera pasado, no le hubiera echo daño a mi familia, no le hubiera echo daño a Bella.
-Lo siento tanto, Bella -se disculpó Esme llorando, aunque no tenia lágrimas, ya que nosotros no podíamos llorar con lagrimas, Esme se dirigió junto con los demás a fuera. Me sentía tan mal.
-Deja que me acerque, Edward —murmuró Carlisle.
Me aparte de Bella relajando la postura lentamente, aun no estaba seguro de que Bella estuviese segura, ya que a la mínima que Jasper se escapara estando como estaba, iría a por Bella..
Carlisle se arrodilló a un lado de Bella y se inclinó para examinarle el brazo .El rostro de Bella estaba asustado y entristecido, eso no lo aguantaba, le estaba destrozando la vida a Bella. .
-Toma, Carlisle —dijo Alice mientras le tendía una toalla.
Él sacudió la cabeza.
-Hay demasiados cristales dentro de la herida.
Se alzó y desgarró una tira larga y estrecha de tela del borde del mantel blanco. La enrolló en el brazo de Bella por encima del codo para hacer un torniquete. Bella se estaba mareando.
-Bella - dijo Carlisle con un hilo de voz—, ¿quieres que te lleve al hospital, o te curo aquí mismo?
-Aquí, por favor –susurró
-Te traeré el maletín -se ofreció Alice.
-Vamos a llevarla a la mesa de la cocina -me sugirió Carlisle
Cogí a Bella si esfuerzo mientras Carlisle le presionaba el brazo.
-¿Cómo te encuentras, Bella?- le preguntó Carlisle.
-Estoy bien -mi voz sonó razonablemente firme, lo cual me agradó.
Yo estaba completamente serio y inexpresivo, en aquel momento debía tener mi rostro como la piedra.
Alice ya se encontraba allí. El maletín negro de Carlisle descansaba encima de la mesa, cerca del pequeño pero intenso foco de luz de un flexo enchufado a la pared. Senté a Bella dulcemente.
Carlisle acercó otra y se puso a trabajar sin hacer pausa alguna.
Mi quedé al lado de Bella, para protegerla de algún modo, yo, aun seguí respirar, ya que si lo hacia mi garganta ardería.
-Sal, Edward -suspiró.
-Puedo soportarlo -insistí, pero la verdad es que mi mandíbula estaba rígida y mis ojos debían de estar dilatados a causa de la sed, una sed peor que la de Jasper.
-No tienes por qué comportarte como un héroe. Carlisle puede curarme sin tu ayuda. Sal a tomar un poco el aire.
Hizo un gesto de malestar cuando Carlisle le hizo algo en el brazo que le dolió, no la iba a dejar sola sabiendo que iba a sentir dolor por mi culpa, aunque me doliera.
-Me quedaré-decidí.
-¿Por qué eres tan masoquista? –masculló.
Carlisle decidió interceder.
-Edward, quizás deberías ir en busca de Jasper antes de que la cosa vaya a más. Estoy seguro de que se sentirá fatal y dudo que esté dispuesto a escuchar a ningún otro que no seas tú en estos momentos.
-Sí -añadió Bella con impaciencia-. Ve a buscar a Jasper.
-De ese modo, harías algo útil-apostilló Alice.
Entrecerré los ojos, parecía que todos se habían puesto en contra mía pero luego escuche los pensamientos de Jasper suplicantes, y asentí, miré a Bella por si cambiaba de opinión, pero finalmente me fui in hacer ruido.
Salí a fuera, no había nadie, pero los escucha dentro del bosque, Jasper ya se había saciado con animales, fui corriendo hacia ellos. Emmett estaba apoyado sobre un árbol, había un tronco en suelo donde estaban Esme, Jasper y Rosalie sentados, Esme le acariciaba la nuca en son de que no se sintiera culpable, Jasper alzó la vista y me miró con cara de vergüenza.

-Edward… yo lo siento de veras, no quería hacerlo- me dijo suplicante.
-No me digas nada Jasper…
-Lo siento, perdóname yo no quería hacerlo.
-¡No te disculpes!, te he dicho que no me digas nada.
Emmett, me cogió del hombro, con tal de que me tranquilizara.
-Tranquilo Emmett, no boy a hacerle daño por lo menos yo se controlarme- dije con Rabia.
-No me puedo creer que actúes así, ¿es que tu nunca has pasado por esta etapa a que no?, tu siempre has sido perfecto tu nunca has intentado matar a alguien no- dijo Rosalie fulminándome con la mirada.
-En eso tiene razón Rosalie- dijo Esme, que me miraba con increluridad.
-Esta bien…- dije, sentía como destruía a mi familia.- perdona me Jasper…
-No te disculpes, el que se tiene que disculpar soy yo, que he intentado matar a Bella y haceros daño a ti y a Emmett… yo me arrepiento tanto- de haber podido Jasper hubiera estado llorando.
-Esto no debía de haber pasado nunca… si Carlisle no me hubiera convertido en el monstruo que soy ahora no estaría aquí destrozándole la vida a nadie…
-No digas eso por favor- dijo Esme.
-Perdonadme, me he dejado que las cosas hayan ido demasiado lejos.
-¿A que te refieres?- preguntó Esme.
-A nada, déjalo estar, será mejor no s dirijamos hacia la casa, Carlisle ya está terminando de curar a Bella.
-Esperar, yo iré delante y así limpiare los restos de sangre que hayan podido quedar.- dijo mientras salía corriendo.
-Cuando lleguemos a la casa preferiría quedarme en el jardín- dijo Jasper.
-Si, será mejor- dijo Emmett.
-Te noto algo nervioso y no es por lo que ha pasado Edward- dijo Jasper.
-¿Por qué otra cosa debía de estarlo?- le pregunté.
-Por nada déjalo….
-Bueno vámonos ya- dije con impaciencia, tenia ganas de ver a Bella.
Nos dirigimos todos hacia la casa, yo en primer lugar, llegamos en menos de un minuto.
Cuando entré nos quedamos en el salón y de pronto apareció Alice.
-¿Dónde está Jasper?- me preguntó.- fuera- le dije sin ganas.
-Edward, lo siento de veras- se acercó a mí y me abrazó.
-Tranquila, Alice…
Salió fuera cinco minutos y luego volvió.
-¿Qué tal si entramos ya?- me preguntó.
-Vale- le respondí.
Entramos, Alice fue corriendo hacia Bella, y yo, yo me situé a su lado.
-Venga, vamos le dijo Alice- te daré algo menos macabro par que te pongas.Subieron a la habitación.
Encontró una blusa de Esme de un color muy parecido a la suya.
-Alice-susurró cuando ella se dirigió hacia la puerta.
Me fui a la puerta principal a esperarle. Cuanto llegó a la escalera abrí la puerta sin decir ninguna palabra.
-¡No te dejes olvidados los regalos! -gritó Alice mientras Bella se acercaba a mí con cautela, Alice recogió los dos paquetes, uno a medio abrir, y la cámara de debajo del piano, y los empujó todos contra el brazo de Bella.
-Ya me darás las gracias luego, cuando los abras.
Esme y Carlisle se despidieron con un tranquilo «buenas noches».
Finalmente salimos fuera, me situé a l paso de Bella sin decir nada y le abrí la puerta de copiloto. Empecé a conducir, mirando fijamente a la carretera, pensando sobre lo ocurrido pensando que si Bella no me hubiera conocido nunca, no hubiera estado expuesta a tantos peligros por mi culpa.
-Di algo —suplicó, cuando enfilaba hacia la carretera.
-¿Qué quieres que diga? —preguntó con indiferencia.
-Dime que me perdonas.- ¿Queee?, pero si el que le debía pedir perdón era yo. Esto me hizo llenarme con un poco de ira.
-¿Perdonarte? ¿Por qué?- le dije mirándole a los ojos.
-Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera tenido más cuidado.- ella no tenía la culpa, cualquiera podría haberse cortado con un papel y no haber revido a cambio un vampiro sediento.
-Bella, te has cortado con un papel. No es como para merecer la pena de muerte.
-Sigue siendo culpa mía.- eso ya fue la gota que colmó al vaso, no me podía creer que aún tuviera en mente que ella era cúlpale.
- ¿Culpa tuya? ¿Qué hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Ángela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta más disgustado.- le dije con rabia.
-¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación? —inquirió.
-Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea, él te hubiera convenido mucho más que yo —gruñí.
-Preferiría morir antes que terminar con Mike Newton-protestó. Preferiría morir antes que estar con otro que no fueras tú.
-No te pongas melodramática, por favor.- l pedí, ya que me quisiera a mi la llevaría directa a la muerte.
-Vale; entonces, no seas ridículo.
No le contesté, miré hacia la carretera con el ceño fruncido.
Finalmente llegamos a su casa.
-¿Te quedarás esta noche?- me preguntó. No se como aún quería estar conmigo, había convertido su cumpleaños en una pesadilla. Quzás lo hacia por pena.
-Debería irme a casa.
-Sólo por mi cumpleaños
-No puedes tener las dos cosas, o quieres que la gente ignore tu cumpleaños o no lo quieres. Una cosa u otra.- vaya al menos vi que aún quería estar conmigo.
-De acuerdo. Acabo de decidir que no quiero que ignores mi cumpleaños. Te veré arriba.
Se volvió para recoger los regalos, no sabía como aun los podía querer.
-No estás obligada a llevártelos.- le dije.
-Quiero hacerlo.
-No, no estás obligada. Carlisle y Esme sólo han gastado dinero.- le insistí por si acaso.
-los acepto.
-En tal caso, déjame que te los lleve -dije mientras se los quitaba-. Estaré en tu habitación.
Me sonrió, a pesar de todo lo que le había echo, me sonrió.
-Gracias.- me dijo.
-Feliz cumpleaños –suspiré, me incliné sobre ella para besarle dulcemente. Ella se puso de rodillas para alargar el beso, parecía no haberse acordado de que estábamos en frente de la casa de su padre.
Me aparté con una sonrisa y me esfumé, para ir a su habitación.
Estaba en su habitación, sentado en medio de su cama, jugueteando con las cajas plateadas, de pronto entró ella, la verdad es que me había pasado con ella, no debí haberme puesto así con ella, porque ella no tenia la culpa y me quería.
-Hola -dije con voz apenada.
Se acercó a mí y me quito los regalos de la cama-
-Hola-se acurrucó contra mi pecho pétreo-. ¿Puedo abrir mis regalos ahora?
-¿A qué viene tanto entusiasmo repentino? -le pregunté.
-Has despertado mi curiosidad.
En primer lugar cogió el regalo de Esme y Carlisle.
-Déjame -sugerí. Se lo quité de las manos, rompí el papel con un movimiento fluido y le devolví una caja blanca.
-¿Estás seguro de que podré apañarme para abrir la tapa? -murmuró, pero le ignoré.
Dentro de la caja había una larga pieza de papel grueso con una agobiante cantidad de letra impresa de gran calidad. Le llevó un minuto comprender lo fundamental de la información.
-¿Vamos a ir a Jacksonville?- se emocionó-
-Esa es la idea.
-No puedo creerlo. ¡René se va poner loca de contento! ¿Seguro que no te importa? Es un lugar soleado y tendrás que estar dentro todo el día.
-Creo que me las apañaré –contesté.
-Te habría obligado a abrirlo delante de Carlisle y Esme de haberme imaginado que corresponderías con tanto entusiasmo a un regalo como éste. Pensé que protestarías.
-Bueno, es cierto que es excesivo. Pero ¡lo aceptaría sólo por llevarte conmigo!
Me reí entre dientes.
-Ahora desearía haberme gastado dinero en tu regalo. No me había dado cuenta de que pudieras ser tan razonable.
Cogió mi regalo, pero se lo quité de las manos y lo abrí yo primero.
Me devolvió un estuche de regalo para CD con un disco virgen plateado en el interior.
-¿Qué es?-preguntó, perpleja.
Dejé que lo averiguara por si misma, puse el CD en el reproductor, la primer pista era la nana de Bella, pero de pronto se le empezaron a caer la lagrimas.
-¿Te duele el brazo? -le pregunté con ansiedad.
-No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo.
Oh, vaya era eso.
-Supuse que no me dejarías traer aquí un piano para interpretarla —le expliqué.
-Tienes razón.
-¿Te duele el brazo?- le volví a preguntar.
-Está bastante bien-me estaba mintiendo.
-Te traeré un Tylenol.- le dije sin dudarlo.
-No necesito nada -protestó, pero le deslicé de mi regazo y me dirigí hacia la puerta.
-Charlie –susurró
-No me vera- le prometí.
Salí y volví antes de que la puerta se hubiese cerrado.
Tomó las pastillas que le dí sin protestar
-Es tarde-señalé. La alcé por encima de la cama, y la acurruqué con la manta con tal de que no tuviera contacto con mi piel.
Apoyó su cabeza sobre mi hombro.
-Gracias otra vez -susurró.
-No hay de qué.
Nos quedamos sin movernos ni hablar durante un buen rato, hasta que la nana llegó a su fin y comenzó otra canción.
-¿En qué estás pensando? – me preguntó con un murmullo.
Dudé un segundo antes de contestarme.
-Estaba pensando en el bien y el mal.
-¿Te acuerdas de cuando decidí que no quería que ignoraras mi cumpleaños? –me preguntó.
-Sí -admití con cautela.
-Bien, estaba pensando... que ya que todavía es mi cumpleaños, quería que me besaras otra vez.
-Pues sí que estás antojadiza esta noche.
-Pues sí, pero claro, no tienes que hacer nada que no quieras – añadió un poco picada.
Reí y luego suspiré.
-Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera —repuse con una extraña desesperación en la voz mientras le ponía el dedo debajo de la barbilla y se la alzaba.
El beso empezó del modo habitual, yo procuraba tener el mismo cuidado de siempre y su corazón reaccionaba de forma tan desaforada como de costumbre. Entonces, algo pareció cambiar. Nuestro cuerpos estaban mas juntos que nunca, este beso era el mas apasionado que le había dado nunca, era un beso de despedida.
Cuando me aparte lo hice con brusquedad, pero con la manos firmes. Nos habíamos pasado el reglamentario.
Se desplomó en la almohada jadeando.
-Lo siento -dije, también sin aliento-. Esto es pasarse de la raya.
-A mí no me importa en absoluto—resolló.
Fruncí el ceño, que no le importaba?
-Intenta dormir, Bella.
-No, quiero que me beses otra vez.
-Sobrestimas mi autocontrol.
-¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo? —le desafié.
-Hay un empate —sonreí ampliamente pero luego me puse serio otra vez- ¿Porque no te duermes y dejas de tentar a tu suerte?
-Vale –asintió, y se acurrucó junto a mí.
Esto ya era el final, lo había pensado bien, me iba a ir de aquí, para que mi amor, mi razón de mi existencia, mi sol, pudiera hacer una vida normal, como si yo nunca hubiese existido.

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