lunes, 24 de agosto de 2009

Capitulo 5: La llamada.

El móvil de mi bolsillo sonó de nuevo.
Era ya la vigésimo quinta vez que sonaba en veinticuatro horas.
Barajé la opción de levantar la tapa para ver al menos quién trataba de contactar conmigo. Tal vez se trataba de algo importante. A lo mejor Carlisle me necesitaba. Reflexioné un rato sobre ello, pero no me moví. No estaba realmente seguro de dónde estaba. En algún ático oscuro y claustrofóbico, lleno de ratas y arañas. Las arañas me ignoraban, y las ratas se mantenían a cierta distancia de mí. El aire era denso, con un fuerte aroma a aceite de cocina, carne rancia, sudor humano, y la prácticamente sólida capa de polución que era de hecho visible en el aire húmedo, como una fina película negra que se había depositado encima de todo.
Debajo de mí, cuatro historias de una vivienda modesta convivían conmigo, formando parte de mí. No me molestaba en separar sus voces de mis pensamientos – producían un fuerte clamor en español que no escuchaba. Tan sólo dejaba que los sonidos me entraran por un oído y me salieran por el otro.
Insignificante. Todo ello era insignificante. Mi propia existencia era insignificante. El mundo entero era insignificante.
Con mi frente presionada contra mis rodillas, me pregunté cuánto tiempo sería capaz de seguir así. A lo mejor era inútil. A lo mejor, si mi intento estaba condenado al fracaso de todas maneras, debería dejar de torturarme y volver…
La idea era tan tentadora, tan saludable – como si las palabras por sí solas contuvieran un fuerte sedante que borrara la montaña de dolor debajo de la que estaba enterrado – que me hacía jadear, me mareaba.
Podría dejarlo ahora, podría volver. La cara de Bella, siempre tras de mis párpados, me sonreía. Era una sonrisa de bienvenida, de perdón, pero no ejercía la influencia que mi subconsciente probablemente intentaba darle. Desde luego que no podía volver.
¿Qué era mi dolor, después de todo, en comparación con su felicidad? Ella debería ser capaz de sonreír, libre de cualquier tipo de miedo o peligro. Libre de un futuro eterno y desangelado. Ella se merecía algo mejor que eso. Ella se merecía algo mejor que yo. Cuando dejara este mundo, iría a ese lugar que tan prohibido estaba para mí, sin importar mi conducta en este mundo.
La idea de ese final definitivo era mucho más intensa que el dolor que ya sentía. Mi cuerpo temblaba sólo de pensarlo. Cuando Bella tuviera que irse al lugar al que pertenecía y al que yo nunca podría ir, yo no podría quedarme atrás. Tiene que haber olvido. Tiene que haber alivio. Esa era mi esperanza, pero no había garantías.
“Dormir o, incluso, soñar. Ay, siempre igual” me dije. Incluso aunque no fuera más que cenizas, ¿de alguna manera seguiría sintiendo la tortura de su pérdida?
Un escalofrío me recorrió la espalda de nuevo. ¡Maldita sea! Lo había prometido. Le había prometido que no volvería a atormentar su vida de nuevo, trayendo mis oscuros demonios a ella.
No iba a volver a su mundo. ¿Podría reportarle algún bien? ¿Cualquier mínimo bien? La idea de volver al pequeño y permanente nublado pueblecito que siempre sería mi verdadero hogar en este planeta volvió a colarse en mis pensamientos de nuevo. Sólo para asegurarse. Sólo para ver que ella estaba bien, segura y feliz. No para intervenir. Ella nunca se enteraría…
No. Mierda, no.
El móvil vibró de nuevo. - Mierda, mierda, mierda - gruñí.
Podría aprovechar la distracción, supuse. Abrí el móvil, observé los números, dándome el primer susto que había sentido en seis meses. ¿Por qué estaría Rosalie llamándome? Ella sería probablemente la que más se estaba divirtiendo con mi ausencia. Debía de tratarse de algo realmente importante si ella necesitaba hablar conmigo. De repente empecé a preocuparme por mi familia y apreté el botón de llamada.
- ¿Qué? - le pregunté muy tenso.
- Oh, wow. Edward me ha respondido al teléfono. Me siento tan honrada…
Tan pronto como oí su tono de voz, supe que mi familia estaba bien. Debía de estar muy aburrida. Resultaba difícil adivinar sus motivos sin tener sus pensamientos como guía. Rosalie nunca había tenido mucho sentido para mí.
Sus impulsos estaban normalmente basados en los más retorcidos sentidos de la lógica.
Colgué y cerré el móvil bruscamente.
- Déjame en paz - susurré para mí mismo.
Como era de esperar, el móvil volvió a sonar de nuevo. ¿Seguiría llamándome hasta que le pasara a otro el mensaje con el que tenía planeado molestarme? Probablemente. Pasarían meses hasta que se sintiera cansada de este juego. Barajé la posibilidad de dejar que se pasara el resto del año apretando una y otra vez el botón de rellamada… y entonces suspiré y respondí al teléfono otra vez.
- Ve directa al grano.
Rosalie me lanzó de sopetón las palabras:
- Supuse que te gustaría saber que Alice está ahora mismo en Forks. Abrí los ojos y me quedé mirando fijamente a las vigas de madera podrida a tres pulgadas de mi cara.
- ¿Qué? - Mi voz era llana, sin emociones.
- Sabes como es Alice. Como si ella lo supiera todo. Como tú - Rosalie se rió sin gracia. Su voz tenía un deje de nerviosismo, como si de repente no estuviera del todo segura sobre lo que iba a hacer. Pero mi rabia hizo difícil que me preocupara qué problema tenía Rosalie. Alice me había jurado que seguiría mi iniciativa por respeto a Bella, sin importar si estaba de acuerdo o no con mi decisión.
Ella había prometido que dejaría a Bella sola… tanto tiempo como yo lo hiciese.
Claramente, había pensado que tarde o temprano me doblegaría al dolor. A lo mejor tenía razón respecto a eso. Pero no lo había hecho. No aún.
Así que, ¿qué estaba haciendo en Forks? Quería estrujar su cuello tan delgado.
Seguramente Jasper no me dejaría acercarme tanto a ella, aunque una vez que captara un atisbo de la furia que manaba de mí…
- ¿Sigues ahí, Edward? No respondí. Apreté el puente de mi nariz, preguntándome si era posible que un vampiro tuviera migrañas.
Por otro lado, si Alice ya había vuelto…
No había duda de que tendría que arrastrarme, si volvía. Eso no me importaba. Podría felizmente pasarme una década entera de rodillas si estuviera con ella.
No, no, no.
- ¿Edward? ¿No te importa siquiera por qué Alice ha ido allí?
-No precisamente. La voz de Rosalie se volvió ligeramente pagada de sí misma, encantada, sin duda, de haberme sonsacado una respuesta.
- Bueno, desde luego, no está rompiendo exactamente las reglas. Quiero decir, bueno, en realidad nos dijiste que nos mantuviéramos lejos de Bella, ¿no? El resto de Forks no importa.
Parpadeé muy despacio. ¿Bella se había ido? Mis pensamientos rondaban alrededor de esa idea tan inesperada. Aún no se había graduado, así que debía de haber vuelto con su madre. Eso era bueno. Podría vivir a la luz del sol. Era bueno que hubiera sido capaz de dejar las sombras tras de sí. Traté de tragar, pero no pude.
Rosalie soltó una risita nerviosa.
- Así que no tienes por qué estar enfadado con Alice. - Entonces, ¿por qué me has llamado Rosalie, si era para meter a Alice en líos? ¿Por qué me molestas? Ugh!
- ¡Espera! - dijo, sintiendo, correctamente, que podía volver a colgarle de nuevo. “¡Esa no es la razón por la que te he llamado!
- ¿Entonces por qué? Dímelo rápido y déjame en paz.
- Bueno…- dudó. - Suéltalo de una vez, Rosalie. Tienes diez segundos.
- Pensé que deberías volver a casa - dijo rápidamente - Estoy cansada de aguantar a Esme afligida todo el tiempo a Carlisle sin reírse. Deberías sentirte avergonzado de de lo que les has hecho. Emmett te echa de menos todo el rato y me pone nerviosísima. Tienes una familia. Crece de una vez y piensa en algo más que en ti mismo.
- Interesante consejo, Rosalie. Deja que te cuente una pequeña historia de una olla y una tetera… - Yo pienso en ellos, no como tú. Si no reimporta cuánto daño les has hecho a los demás, ¿al menos te importa lo que ha sufrido Esme? Ella te quiere más que le resto de nosotros, y lo sabes. Vuelve a casa.
No respondí.
- Pensé que una vez que todo esto de Forks hubiera terminado, te repondrías.
- Forks nunca fue el problema, Rosalie - dije tratando de ser paciente. Lo que había dicho de Esme y Carlisle me había calado hondo
- Sólo porque Bella – era duro decir su nombre en voz alta – se haya mudado a Florida, no significa que yo sea capaz de… Mira, Rosalie. Lo siento de verdad, pero, créeme, nadie se sentiría más feliz si yo estuviera allí.
- Mmm… Ahí estaba, esa nerviosa vacilación de nuevo.
- ¿Qué es lo que no me estás contando, Rosalie? ¿Se encuentra Esme bien? ¿Es Carlisle…?
- Ellos están bien. Es sólo que… bueno, yo nunca dije que Bella se hubiese mudado.
No hablé. Desaté una conversación en mi cabeza. Sí, Rosalie había dicho que Bella se había mudado. Había dicho: “En realidad nos dijiste que nos mantuviéramos lejos de Bella, ¿no? El resto de Forks no importa”. Y luego: “Pensé que una vez que todo esto de Forks hubiera terminado…” Así que Bella no estaba en Forks. ¿Qué quería decir entonces? ¿Bella no se había mudado?
Entonces Rosalie volvió a hablar rápidamente, soltando las palabras enojada esta vez.
- No quieren que te lo diga, pero me parece estúpido. Cuanto antes te repongas de esto, antes las cosas volverán a la normalidad. ¿Por qué dejar que te deprimas por oscuras esquinas de todo el mundo sin necesidad para ello? Puedes volver a casa ahora. Podemos volver a ser una familia de nuevo.
Se acabó. Mi mente parecía rota. No encontraba sentido a sus palabras. Parecía como si hubiera algo muy, muy obvio en lo que me decía, pero no tenía ni idea de lo que era. Mi cerebro barajaba la información, buscando extraños enlaces entre ella. No tenía sentido.
- ¿Edward?
- No entiendo lo que dices, Rosalie.
Hubo una larga pausa, equivalente a varios latidos del corazón de un humano.
- Está muerta, Edward Hubo una pausa aún más larga. - Yo… lo siento. Tienes derecho a saberlo, vamos, eso es lo que creo. Bella… se tiró de un acantilado hace dos días. Alice lo vio, pero era demasiado tarde para hacer nada. Creo que habría ayudado, quiero decir, que habría roto su palabra, si hubiera tenido tiempo. Ella volvió para hacer todo lo posible por Charlie. Ya sabes cuánto se ha preocupado siempre por él.
La línea quedó muerta. Me llevó unos segundos darme cuenta de que había sido yo el que había apagado el móvil. Me senté en el suelo polvoriento un rato, el espacio se había congelado. Era como si el tiempo se hubiera terminado; como si el universo se hubiese parado. Poco a poco, me fui moviendo como un hombre viejo. Volví a encender el móvil y marqué el único número al que me había prometido no volver a llamar nunca.
Si lo cogía ella, colgaría. Si lo cogía Charlie, le sonsacaría la información que necesitaba engañándolo. Probaría que el chiste sin gracia de Rosalie estaba equivocado, y entonces volvería a mi nada.
- Residencia Swan - respondió una voz que no había oído nunca. Una voz ronca y profunda de hombre, pero con un deje aún juvenil.
No me paré a pensar en las implicaciones de aquello.
- Soy el Dr. Carlisle Cullen”, dije, imitando perfectamente la voz de mi padre. “¿Puedo hablar con Charlie?
- No está aquí - respondió la voz, sorprendiéndome un poco el enfado de su voz. Las palabras eran casi un gruñido. Pero eso no importaba.
- Bueno, ¿dónde está entonces? - pregunté, poniéndome cada vez más impaciente. Hubo una pequeña pausa, como si el extraño quisiera negarme cierta información.
- Está en el funeral - respondió finalmente el chico.
Colgué el móvil otra vez.

Capitulo 4: Dolor.

Cada mes era como una estaca que caía sobre mí sin piedad, proporcionado un dolor insoportable…
Estaba en sud América, en concreto, Rio de Janeiro, me encontraba en una vieja casa abandonada, donde podía consumirme de dolor yo solo…
… pasaba los días como podía, me comunicaba con mi familia cada pocos meses, y pensaba continuamente con… ella. Intentaba hacerlo lo menos posible, pero no podía, recordar su lindo rostro hacia que me sintiera un poco mejor.
Ya que ahora ella sería feliz, encontraría alguien que le amara no tanto como yo, pero lo encontraría y podrá hacer una vida normal, no se tendría que preocupar de si se hace algún rasguño o si se cae, de pronto sonó el teléfono móvil interrumpiendo mis pensamientos. Era Esme, la verdad es que hacia semanas que no me comunicaba con mi familia.
-¿Edward?- preguntó con ansiedad.
-¿Si?- mi voz sonaba con agonía.
-Cariño, ¿Por qué no nos has llamado?
-Ehh…- no sabía que decirle.
-Edward podrías venir- me dijo al ver que no decía nada.
-Por favor no, no empieces- le supliqué.
-Es que te echamos mucho de menos- se le quebró la voz.
-Lo siento mamá no te ponga así, lo siento.- me disculpé.
-No pasa nada amor- me dijo con ternura.- pero no quiero que nos cuelgues el teléfono.
-Yo lo siento, pero es que a veces no puedo ni hablar y no me gusta que os sintáis mal por mi culpa- admití.
-Edward, debes de intentar seguir hacia delante, no puedes estar así una eternidad- se equivocaba, si que podía hacerlo.
-¡¿Edward?!- oí que decía Alice, acababa de llegar.
-No, ella no…- las llamadas telefónicas de Alice, ya que siempre la conversación terminaba nombrándome a ella.
-Eh si, dijo Esme ignorándome.
-Pásamelo- dijo Alice eufórica.
-Hola hermanito- me dijo contenta.
-Hola Alice- intenté que mi voz sonara lo mejor posible.
-Menos mal que te has decidido a coger el teléfono- me dijo un poco molesta.
-Lo siento, Alice- le dije con sinceridad.
-No pasa nada- parecía que estaba llorando.
-Ei no te pongas triste.
-Como no quieres que me ponga triste Edward, te has visto como estas, hablas como un muerto, no sales de esa maldita casa y te pasas horas y horas encerrado, solo sales cuando tus ojos se ponen negros a causa de la sed, como no quieres me ponga así- dijo mientras se le quebraba la voz, debía de estar todos lo días mirando mi futuro.
-Perdóname Alice…
-No estoy enfadada, sabes?-cuando decía que eso es que lo estaba.
-Esta bien… no lo estas
-Sabes que?- no me gustaba su tono.
-Que?
-Mañana te voy a visitar
-No creo que lo hagas
-Por que no?
-No creo que te apetezca venir a la otra punta del continente a pata.- ahora estaba siendo molesto a posta, no quería visitas.
-Por mi hermano haría a paso de humano si hiciera falta- juró.
-Lo sé, pero entiéndelo, quiero estar solo.
-No, no quieres estar solo y ella tampoco- no no no, ya empezaba.
-Para o cuelgo- amenacé.
-No seas estúpido, te crees que ella es feliz no, pues no lo es y tú tampoco.
-Te he dicho que no mires más su futuro Alice.- era una cosa que le había echo jurar, le dije con rabia.
-Pufs…- resopló, se había delatado ella misma.
-Y si no es feliz verás como se olvida de todo, los humanos son así y punto.
-Bella nunca te olvidará- dijo las palabras separadas y claras, la primera palabra hizo que mi corazón se retorciera. Comencé a respirar más de prisa de lo normal, aunque no hiciera falta, pero me estaba poniendo nervioso y sin darme cuenta estaba temblando.
-El futuro cambia- le recordé, mientras intentaba reponerme.
-Déjalo estar no quiero discutir contigo.
-Está bien, hasta otra Alice.
-¿cómo que hasta otra?
-quiero decir hasta dentro de unas semanas
-No fastidies Edward, bueno de todas formas te voy a llamar y no me cansaré.
-Lo sé… venga adiós.- le dije.
-Cuídate Edward- me dijo ahora con amabilidad- puedes venir siempre que quieras.
-Lo sé y mándale besos a los demás.
-Esta bien, chao Edward.
-Adiós Alice- finalmente colgué el teléfono.

Era de noche, mas o menos las dos de la madrugada, debía de irme, ya que mañana iban a derrumbar el antro donde me encontraba. Fui explorando la zona hasta llegar a un pueblo ubicado a las afueras de Brasil, di con un edificio donde vivían cuatro familias una en cada piso, yo me situé en el sótano, pequeño y asqueroso, para un humano.
Me senté y como siempre situé mi cabeza entre las rodillas, y cerré los ojos, cada vez que hacía esto veía a Bella sonriéndome, perdonándome... joder, debía dejar de pensar en ello, me confundía yo mismo…
No sé cuanto tiempo podía aguantar más, se me pasó la posibilidad de pasarme por Forks, para verla a ella, solo para saber si estaba feliz, ella no se enteraría de mi estancia, no, no podía hacer eso me juré a mi mismo que desparecería.. Pero no podía, ella era peor que una droga, el no poder notar su calidez, no poder tocar su cabello con aroma fresal, no poder mirar sus deslumbrantes ojos chocolate… todo eso era imprescindible para mí…
Joder era mejor que parara de pensar… sentí que mi corazón se retorcía, aunque fuera imposible…

Pasaron mas semanas, y cuando estaba en el bosque de caza… sentí un aroma asquerosamente familiar… -Victoria- gruñí para mis adentros, pero de repente perseguí el olor, traspase la frontera de Brasil, hasta llegar a la costa de de Bolivia… en el mar se perdía su rastro, volví a intentar una y otra vez pero cada vez, que lo intentaba su rastro aparecía en otros sitio, sinceramente no era un buen rastreador. Finalmente volví a mi normalidad… es decir, volvía al antro del sótano donde había estado semanas atrás… debía civilizarme un poco. ¿O quizás no?, no, no era buena idea el verme echo un salvaje, asustaría a mi familia, pensarían que había enloquecido, y lo había echo, por falta de amor.
Era de noche y había luna nueva… detestaba las noches de luna nueva, pues me recordaban a algo bastante doloroso, el abandono de ella…
Apoyé la cabeza en la pared y me susurré a mi mismo:
-Es un crimen abandonar al ser de tu existencia… ya que vas muriendo poco a poco… hasta quedarte lleno de agonía.

De verdad era posible que un corazón que no hubiera latido hace tiempo, y que había llenado de vida ¿dejara de latir ahora?...

lunes, 17 de agosto de 2009

Capitulo 3: el adiós

Cuando Bella se durmió, le di un beso en los labios y luego en la frente, luego me fui por la ventana. Estaba roto por dentro quizás lo que había pensado era demasiado precipitado, pero era por el bien de Bella, en cuanto me fuera su vida cambiaria para mejor, estaba seguro, nada mas pensarlo sentía un dolor profundo en mi corazón pétreo, un corazón donde Bella había aportado algo de vida. Finalmente llegué a mi casa. Entré en el salón, todos estaban en el salón, cuando entré se me quedaron mirando.
-¿Qué?- dije con indiferencia.
-¿Estas seguro Edward?- me preguntó Alice con tristeza.
-Si y además a Jasper le encantará.- dije con pena.
-¿De que estáis Hablando? inquirió, Carlisle.
-De que seria mejor que nos fuéramos de Forks, papá-dije mirando a otro lado, no quería que vieran mi cara de dolor al decir esto.
-Y Charlie que dirá de esto, ¿se lo has preguntado ya a Bella?- preguntó a Esme.
Alice movía la cabeza de un lado al otro poniéndose las manos en los ojos, como si fuera a llorar.
-¿Que te pasa Alice?- preguntó Jasper, con ansiedad.
-Si nos vamos, nos iremos sin Bella…- dije evitando no derrumbarme en la tristeza.
-¿Qué?, estas seguro hijo- me preguntó Carlisle.
-Si – dije mirándolos a todos.- es mejor para Bella, si nos vamos ya no estará expuesta a peligros, ya no tendrá que preocuparse por si se hace un rasguño y sangra, podrá hacer una vida normal y sobre todo su alma estará a salvo.
- Desde ese punto de vista te entiendo Edward- me dijo Carlisle.
-Alice y Jasper podrían ir con los Denali, así Jasper podría mejorar su autocontrol por los humanos.
-Respeto tu decisión- Esme tenia un nudo en la garganta no podía ni hablar.
-Cuanto antes partáis mejor- dije.
-¿Qué fácil es decirlo eh?- preguntó Rosalie con rabia.- ahora por culpa de un capricho tuyo deberemos de empezar de nuevo.
-Bella no es un capricho- le respondí con furia.
-No, solamente es una estúpida humana que se ha interpuesto en nuestras vidas para arruinarlas.- me estaba cabreando.
-¡No insultes a Bella!- le gruñí.
De pronto nos habíamos acercado y nuestras caras estaban a menos de 1 centímetro. Carlisle, nos apartó mientras que Emmett tranquilizaba a Rosalie.
-Entiéndelo Rose, imagínate que le pasa algo a Bella por nuestra culpa y nos descubren, ¿Qué pasaría?- Rosalie no contestó.
Subí a mi habitación, me senté en el sofá, mi cabeza estaba entre mis rodillas. La verdad es que no se como iba a poder despedirme de Bella. Pasaron dos horas y yo seguía en la misma postura, Alice entró en mi habitación.
-Edward-dijo con cautela- dentro de un rato nos marcharemos.
-Lo sé – dije sin deshacer mi posición.
-Pero antes de esto, quería hacerte una pregunta- la supe en cuanto la pensó y alcé la mirada para responderle.
-No- le respondí antes de que ella hablara.
-Por favor- me suplicó.
-No- volví a contestar.
-¿Por qué no me dejas despedirme de ella?- me dijo entre sollozos.
-Eso seria peor para ella emocionalmente, mejor es hacerle una despedida limpia.
-No puedo creer que vayas a hacer esto, ¿de verdad vas a renunciar a tu verdadero amor?- la pregunta me dolió.
No le respondí, no tenía fuerza para hacerlo, finalmente Alice se percato de mi estado, me dio un abrazo y salió.
Bajé para despedirme de mi familia, Esme y Alice lloraban.
-Adiós, hijo mío- dijo Esme mientras me daba un beso en la frente.- no tardes en venir con nosotros. Me fui despidiendo de ellos, fueron unas despedidas duras, pero la peor, estaba por llegar.
Amaneció y la casa estaba vacía, solo quedábamos mi coche y yo.
Me dirigí al instituto, hasta que llegó Bella. Me acerqué a su coche y le abrí la puerta.
-¿Qué tal te sientes?- le pregunté.
-Muy bien- no me lo creí.
Anduvimos en silencio; acorté su paso para acompasarlo al suyo. La mañana transcurrió muy despacio. En todo momento me comporte amablemente con Bella pero distante.
-¿Dónde está Alice? -me preguntó con nerviosismo.
No aparté la vista de la barra de cereales que desmenuzaba lentamente entre los dedos mientras le contestaba:
-Está con Jasper.
-¿Y él se encuentra bien?- encima se preocupaba por el.
-Se han marchado una temporada.- le contesté sin mirarle.
-¡¿Qué?! ¿Adonde?
Me encogí de hombros para no darle importancia.
-A ningún lado en especial.
-Y Alice también —dijo con una desesperación resignada.
-Sí, también se ha ido por un tiempo. Intentaba convencerle de que fueran a Denali.
Denali era el lugar donde vivía la otra comunidad de vampiros formada vampiros vegetarianos.
De pronto agachó la cabeza, y se estremeció.
-¿Te molesta el brazo? -le pregunté solícito.
-¿A quién le importa mi estúpido brazo? -murmuró disgustada.
A mi, no le conteste.
Pasamos el día en silencio hasta que ella rompió el silencio.
-¿Vendrás luego, por la noche? -me preguntó mientras caminábamos, en silencio, hasta su coche.
-¿Por la noche?- le pregunté.
-Tengo que trabajar. Cambié mi turno con la señora Newton para poder librar ayer.
-Ah –murmuré
-Vendrás luego, cuando esté en casa, ¿no?- de normal no me preguntaba estas cosas.
-Si quieres que vaya...
-Siempre quiero que vengas- juró.
-De acuerdo, está bien.- contesté con indiferencia.
Le besé en la frente otra vez antes de cerrar la puerta. Y me volví para dirigirme hacia mi coche.
No quise ir a casa así que fui a cazar, era el único método de no pensar en lo que iba a pasar, pasaron las horas y finalmente decidí dirigirme a casa de Bella. Cuando llegué Bella no estaba, pero llamé igualmente a la puerta, Charlie me abrió la puerta.
-Buenas chico- me dijo.
-Hola, señor Swan- le dije amablemente.
-Bella aún no ha llegado pero puedes pasar.- dijo mientras me hacia un gesto para que entrara.
-Gracias.
-Venga, ven al salón.
Nos quedamos viendo un partido de Básquet, bueno yo la verdad es que solo miraba fijamente al televisor, y le respondía a algunos comentarios, finalmente llegó Bella.
-¿Papá? ¿Edward?- preguntó Bella la entrar.
-¡Estoy aquí! -contestó Charlie a voz en grito.
-Hola-dijo débilmente.
-Hola, Bella- contestó Charlie e sin apartar los ojos de la pantalla—. Queda pizza fría. Creo que está todavía en la mesa.
-De acuerdo.
Yo intentaba mostrarme distante de Bella pero finalmente no pude, la miré y le sonreí.
-Ahora voy contigo –luego volví a fijarme en le televisor. Después de unos veinte minutos Bella volvió con su cámara de fotos. Y le tomo una foto a Charlie.
-¿Qué haces, Bella? ´-se quejó Charlie.
-Venga, vamos, ya sabes que mamá pronto estará llamando para saber si estoy usando los regalos. Tengo que ponerme a la tarea antes de herir sus sentimientos.
-Pero ¿por qué me haces fotos a mí? -refunfuñó.
-Es que eres tan guapo... , además, como has sido tú quien me ha comprado la cámara, estás obligado a servirme de tema para las fotos.
-Eh, Edward -dijo con una indiferencia admirable—. Anda, haznos una a mi padre y a mí, juntos.
Me lanzó la cámara sin mirarme a los ojos, creo que se estaba dando cuenta de la situación en que estábamos los dos.
-Tienes que sonreír, Bella –murmuré, como iba a echar de menos su sonrisa, deje de pensar en eso inmediatamente ya que no quería que Bella viera mi rostro de dolor y se asustara.
-Dejadme que os tome una, chicos -sugirió Charlie.
Me puse en pie y le lancé la cámara.
Se colocó a mi lado y la composición me pareció formal y fría. Le puse una mano desganada sobre el hombro y ella me paso el brazo por la cintura con mas firmeza.—Sonríe, Bella —me volvió a recordar Charlie.
-Ya está bien de fotos por esta noche -dijo Charlie entonces; introdujo la cámara en una hendidura que había entre los cojines y luego la tapó con ellos—. No hay que acabar hoy todo el carrete.
Quite mi brazo de los hombros de Bella y me despegué de Bella, luego me senté en le sofá, buff creo que eso fue demasiado frío, yo no era así, pero debía de hacerlo.
Bella me miró incrédula pero yo no le miré, luego ella también se sentó, cuando acabó el programa me levante.
-Será mejor que me marche a casa -dije.
Charlie no apartó los ojos del anuncio que emitía la televisión.
-Vale, nos vemos.
Me dirigí hacia la puerta directamente la abrí, y me fui hacia mi coche, oí como Bella me seguía.
-¿Te quedarás? -me preguntó, sin esperanza en la voz.
-Esta noche, no.- jamás le había respondido eso, pero le respondí con algo de frialdad. Me metí en el coche y me fui sin darle un beso, o una despedida, esto era demasiado duro.
El día siguiente fue mas frío que el anterior, acompañe a Bella en todas las clases, en silencio. Después de las clases la acompañé a su camioneta.
Pasé la noche en el bosque, pensando, llegué a la conclusión que cuanto antes me fuera seria mejor, mañana debía desparecer pero la cuestión es como lo iba a hacer… porque no es fácil abandonar a la razón de tu existencia.
Finalmente amaneció, un día mas oscuro de lo normal, me dirigí hacia el instituto, esperé a Bella hasta que llegó, tan hermosa, mi ángel.
El día transcurrió parecido al de ayer, acompañe al Bella al aparcamiento, debía de tomar alguna iniciativa para hablar con ella sobre mi marcha:
-¿Te importaría si voy a verte hoy? -le pregunté antes de que llegáramos.
-Claro que no.
-¿Ahora? –pregunté de nuevo mientras le abría la puerta delantera, con un tono insistente.
- Si, claro- Sólo iba a echar una carta para Renée en el buzón de correos que hay de camino. Nos vemos allí.
Miré l grueso sobre del asiento del copiloto. De pronto, m incliné hacia ella y lo cogí.
-Yo lo haré –repuse con calma- aún así llegare antes que tú.
Esbocé una sonrisa torcida, pero mi alegría no llegó a mis ojos.
-De acuerdo –asintió, cerré la puerta y me dirigí hacia mi coche.
Fui a entregar el sobre a la oficina de correo, llegué a casa de Bella pero aún no había nadie, finalmente llegó, me acerque a ella.
-Vamos a dar un paseo –repuse con una voz indiferente a la vez que le tomaba la mano.
Nos adentramos en el bosque y me recosté en un árbol.
-está bien, hablemos-dijo.
Inspiré profundamente, esto iba a ser duro.
-Bella, nos vamos.
-¿Por qué ahora? Otro año...
-ella, ha llegado el momento. De todos modos, ¿cuánto tiempo más podemos quedarnos en Forks? Carlisle apenas puede pasar por un treintañero y actualmente dice que tiene treinta y tres. Por mucho que queramos, pronto tendremos que empezar en otro lugar.- dije para que entendiera mejor.
Se paró a pensar por un momento, luego me miró y le devolví la mirada con frialdad.
-Cuando dices nosotros... —susurró.
-Me refiero a mí y a mi familia.- aclaré.
Sacudió la cabeza de un lado a otro.
-Vale –dijo-. Voy contigo.
-No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti.
-El sitio apropiado para mí es aquel en el que tú estés.
-No te convengo, Bella.
-No seas ridículo, Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
-Mi mundo no es para ti -repuse con tristeza, en todo el rato que llevábamos me repetía a mi mismo “lo siento Bella, yo ye quiero”
-¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, Edward, nada!
-Tienes razón -concedí -. Era exactamente lo que se podía esperar.
-¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanecerías...
-Siempre que fuera bueno para ti - rectifiqué.
-¡No! ¿Esto tiene que ver con mi alma, no? —gritó, furiosa,—. Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, Edward. ¡No me importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya!
Respiré hondo y clavé la mirada al suelo, me estaba derrumbando, cuando me repuse volví a hablar.
-Bella, no quiero que me acompañes – dije mirándole con frialdad.
-¿Tú... no... me quieres? – preguntó confundida.
-No.- mentí pero ella no percataría si mentí o no, al decir esto sentí como si mi corazón se rompiera en pedazos.
Me miró confundida y yo le devolví la mirada sin remordimiento.
-Bien, eso cambia las cosas –debió de creérselo. Intente suavizar un poco la cosa.
Miré a lo lejos, entre los árboles cuando volví a hablar.
-En cierto modo, te he querido, por supuesto, pero lo que pasó la otra noche me hizo darme cuenta de que necesito un cambio. Porque me he cansado de intentar ser lo que no soy. No soy humano –le miré de nuevo. —. He permitido que esto llegara demasiado lejos y lo lamento mucho.- admití.
-No- contesto con un hilo de voz- No lo hagas.
Me limité a obsérvala, no quería hacerle daño.
-No me convienes, Bella.
-Si... es eso lo que quieres.
Me limité a asentir una vez, no tenía fuerzas para hablar.
-Me gustaría pedirte un favor, a pesar de todo, si no es demasiado –dije.
Al mirarle su rostro hizo que me derrumbara por un momento, solo me repetía a mi mismo “ lo siento Bella”
-Lo que quieras –prometió.
Luego mi mirada se volvió fría.
-No hagas nada desesperado o estúpido –le pedií con un tono de orden—. ¿Entiendes lo que te digo?
Asintió
—Me refiero a Charlie, por supuesto, te necesita y has de cuidarte por él.- me expliqué.
Asintió de nuevo.
-Lo haré –murmuró.
Me relajé un poco
-Te haré una promesa a cambio —dije. Te garantizo que no volverás a verme. No regresaré ni volveré a hacerte pasar por todo esto. Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido.
Sonreí con amabilidad.
-No te preocupes. Eres humana y tu memoria es un auténtico colador. A vosotros, el tiempo os cura todas las heridas.- esperava que no fuera así.
—¿Y tus recuerdos? —le pregunté. Mi voz sonó como si me hubiera atragantado, como si me estuviera asfixiando.
—Bueno, Yo no olvidaré, pero los de mi clase... nos distraemos con suma facilidad.- mentí.
Sonreí una vez mas y me aleje de ella un paso.
-Supongo que eso es todo. No te molestaremos más.- esto fue muy duro.
Al decir la última frase en plural debió de pensar en mi familia.
-No. Los demás se han ido. Yo me he quedado para decirte adiós.
-¿Alice se ha ido? – dijo incrédula.
-Ella quería despedirse, pero la convencí de que una ruptura limpia sería mejor para ti.-admití.
-Adiós, Bella -dije entonces con la misma voz suave, llena de calma.
-¡Espera! —grito mientras intentaba alcanzarme.
Me giré y le cogí los brazos que se dirigían hacia mí.
-Cuídate mucho –le dije mientras le besaba la frente.
Me fui con un ágil movimiento, fui corriendo hasta la casa de Bella, fui a su habitación y cogí el álbum de fotos, retire todas las imágenes en las que aparecía yo, me quedé mirando un de Bella yo, tapé mi cara y besé la de Bella, de haber podido la foto se habría cubierto de mis lágrimas. Guardé las imágenes y mi CD debajo de un tablón de madera.
Finalmente me fui y cogí mi coche, me alejé de Forks.
-“Lo siento Bella, yo te quiero”- me dije a mi mismo entre sollozos- “siento ser un monstruo”
El amor, la vida… todo había terminado.

viernes, 14 de agosto de 2009

Capitulo 2: disculpas.

Carlisle fue el único que conservó la calma. En el aplomo y la autoridad de su voz se acumulaban siglos de experiencia adquirida en las salas de urgencias.
—Emmett, Rose, llevaos de aquí a Jasper.
Emmett, que estaba serio por vez primera, asintió.
—Vamos, Jasper.
El interpelado tenía una expresión demente en los ojos. Continuó resistiéndose contra la presa implacable de Emmett. Se debatió e intentó alcanzar a Emmett con los colmillos desnudos.
Me gire y cubrí el cuerpo de Bella con un signo de protección, en ese momento no estaba respirando, no quería correr el riesgo de oler la sangre de Bella, me notaba mas pálido de lo normal, no me podía creer lo que estaba pasando.
Rosalie ayudó a Emmett para sacar a Jasper fuera, se tapaba la nariz con la mano.
Esme tenia el rostro triste y avergonzado, también tuvo que taparse la nariz con la mano, si… si yo hubiera sido humano nada de esto hubiera pasado, no le hubiera echo daño a mi familia, no le hubiera echo daño a Bella.
-Lo siento tanto, Bella -se disculpó Esme llorando, aunque no tenia lágrimas, ya que nosotros no podíamos llorar con lagrimas, Esme se dirigió junto con los demás a fuera. Me sentía tan mal.
-Deja que me acerque, Edward —murmuró Carlisle.
Me aparte de Bella relajando la postura lentamente, aun no estaba seguro de que Bella estuviese segura, ya que a la mínima que Jasper se escapara estando como estaba, iría a por Bella..
Carlisle se arrodilló a un lado de Bella y se inclinó para examinarle el brazo .El rostro de Bella estaba asustado y entristecido, eso no lo aguantaba, le estaba destrozando la vida a Bella. .
-Toma, Carlisle —dijo Alice mientras le tendía una toalla.
Él sacudió la cabeza.
-Hay demasiados cristales dentro de la herida.
Se alzó y desgarró una tira larga y estrecha de tela del borde del mantel blanco. La enrolló en el brazo de Bella por encima del codo para hacer un torniquete. Bella se estaba mareando.
-Bella - dijo Carlisle con un hilo de voz—, ¿quieres que te lleve al hospital, o te curo aquí mismo?
-Aquí, por favor –susurró
-Te traeré el maletín -se ofreció Alice.
-Vamos a llevarla a la mesa de la cocina -me sugirió Carlisle
Cogí a Bella si esfuerzo mientras Carlisle le presionaba el brazo.
-¿Cómo te encuentras, Bella?- le preguntó Carlisle.
-Estoy bien -mi voz sonó razonablemente firme, lo cual me agradó.
Yo estaba completamente serio y inexpresivo, en aquel momento debía tener mi rostro como la piedra.
Alice ya se encontraba allí. El maletín negro de Carlisle descansaba encima de la mesa, cerca del pequeño pero intenso foco de luz de un flexo enchufado a la pared. Senté a Bella dulcemente.
Carlisle acercó otra y se puso a trabajar sin hacer pausa alguna.
Mi quedé al lado de Bella, para protegerla de algún modo, yo, aun seguí respirar, ya que si lo hacia mi garganta ardería.
-Sal, Edward -suspiró.
-Puedo soportarlo -insistí, pero la verdad es que mi mandíbula estaba rígida y mis ojos debían de estar dilatados a causa de la sed, una sed peor que la de Jasper.
-No tienes por qué comportarte como un héroe. Carlisle puede curarme sin tu ayuda. Sal a tomar un poco el aire.
Hizo un gesto de malestar cuando Carlisle le hizo algo en el brazo que le dolió, no la iba a dejar sola sabiendo que iba a sentir dolor por mi culpa, aunque me doliera.
-Me quedaré-decidí.
-¿Por qué eres tan masoquista? –masculló.
Carlisle decidió interceder.
-Edward, quizás deberías ir en busca de Jasper antes de que la cosa vaya a más. Estoy seguro de que se sentirá fatal y dudo que esté dispuesto a escuchar a ningún otro que no seas tú en estos momentos.
-Sí -añadió Bella con impaciencia-. Ve a buscar a Jasper.
-De ese modo, harías algo útil-apostilló Alice.
Entrecerré los ojos, parecía que todos se habían puesto en contra mía pero luego escuche los pensamientos de Jasper suplicantes, y asentí, miré a Bella por si cambiaba de opinión, pero finalmente me fui in hacer ruido.
Salí a fuera, no había nadie, pero los escucha dentro del bosque, Jasper ya se había saciado con animales, fui corriendo hacia ellos. Emmett estaba apoyado sobre un árbol, había un tronco en suelo donde estaban Esme, Jasper y Rosalie sentados, Esme le acariciaba la nuca en son de que no se sintiera culpable, Jasper alzó la vista y me miró con cara de vergüenza.

-Edward… yo lo siento de veras, no quería hacerlo- me dijo suplicante.
-No me digas nada Jasper…
-Lo siento, perdóname yo no quería hacerlo.
-¡No te disculpes!, te he dicho que no me digas nada.
Emmett, me cogió del hombro, con tal de que me tranquilizara.
-Tranquilo Emmett, no boy a hacerle daño por lo menos yo se controlarme- dije con Rabia.
-No me puedo creer que actúes así, ¿es que tu nunca has pasado por esta etapa a que no?, tu siempre has sido perfecto tu nunca has intentado matar a alguien no- dijo Rosalie fulminándome con la mirada.
-En eso tiene razón Rosalie- dijo Esme, que me miraba con increluridad.
-Esta bien…- dije, sentía como destruía a mi familia.- perdona me Jasper…
-No te disculpes, el que se tiene que disculpar soy yo, que he intentado matar a Bella y haceros daño a ti y a Emmett… yo me arrepiento tanto- de haber podido Jasper hubiera estado llorando.
-Esto no debía de haber pasado nunca… si Carlisle no me hubiera convertido en el monstruo que soy ahora no estaría aquí destrozándole la vida a nadie…
-No digas eso por favor- dijo Esme.
-Perdonadme, me he dejado que las cosas hayan ido demasiado lejos.
-¿A que te refieres?- preguntó Esme.
-A nada, déjalo estar, será mejor no s dirijamos hacia la casa, Carlisle ya está terminando de curar a Bella.
-Esperar, yo iré delante y así limpiare los restos de sangre que hayan podido quedar.- dijo mientras salía corriendo.
-Cuando lleguemos a la casa preferiría quedarme en el jardín- dijo Jasper.
-Si, será mejor- dijo Emmett.
-Te noto algo nervioso y no es por lo que ha pasado Edward- dijo Jasper.
-¿Por qué otra cosa debía de estarlo?- le pregunté.
-Por nada déjalo….
-Bueno vámonos ya- dije con impaciencia, tenia ganas de ver a Bella.
Nos dirigimos todos hacia la casa, yo en primer lugar, llegamos en menos de un minuto.
Cuando entré nos quedamos en el salón y de pronto apareció Alice.
-¿Dónde está Jasper?- me preguntó.- fuera- le dije sin ganas.
-Edward, lo siento de veras- se acercó a mí y me abrazó.
-Tranquila, Alice…
Salió fuera cinco minutos y luego volvió.
-¿Qué tal si entramos ya?- me preguntó.
-Vale- le respondí.
Entramos, Alice fue corriendo hacia Bella, y yo, yo me situé a su lado.
-Venga, vamos le dijo Alice- te daré algo menos macabro par que te pongas.Subieron a la habitación.
Encontró una blusa de Esme de un color muy parecido a la suya.
-Alice-susurró cuando ella se dirigió hacia la puerta.
Me fui a la puerta principal a esperarle. Cuanto llegó a la escalera abrí la puerta sin decir ninguna palabra.
-¡No te dejes olvidados los regalos! -gritó Alice mientras Bella se acercaba a mí con cautela, Alice recogió los dos paquetes, uno a medio abrir, y la cámara de debajo del piano, y los empujó todos contra el brazo de Bella.
-Ya me darás las gracias luego, cuando los abras.
Esme y Carlisle se despidieron con un tranquilo «buenas noches».
Finalmente salimos fuera, me situé a l paso de Bella sin decir nada y le abrí la puerta de copiloto. Empecé a conducir, mirando fijamente a la carretera, pensando sobre lo ocurrido pensando que si Bella no me hubiera conocido nunca, no hubiera estado expuesta a tantos peligros por mi culpa.
-Di algo —suplicó, cuando enfilaba hacia la carretera.
-¿Qué quieres que diga? —preguntó con indiferencia.
-Dime que me perdonas.- ¿Queee?, pero si el que le debía pedir perdón era yo. Esto me hizo llenarme con un poco de ira.
-¿Perdonarte? ¿Por qué?- le dije mirándole a los ojos.
-Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera tenido más cuidado.- ella no tenía la culpa, cualquiera podría haberse cortado con un papel y no haber revido a cambio un vampiro sediento.
-Bella, te has cortado con un papel. No es como para merecer la pena de muerte.
-Sigue siendo culpa mía.- eso ya fue la gota que colmó al vaso, no me podía creer que aún tuviera en mente que ella era cúlpale.
- ¿Culpa tuya? ¿Qué hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Ángela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta más disgustado.- le dije con rabia.
-¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación? —inquirió.
-Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea, él te hubiera convenido mucho más que yo —gruñí.
-Preferiría morir antes que terminar con Mike Newton-protestó. Preferiría morir antes que estar con otro que no fueras tú.
-No te pongas melodramática, por favor.- l pedí, ya que me quisiera a mi la llevaría directa a la muerte.
-Vale; entonces, no seas ridículo.
No le contesté, miré hacia la carretera con el ceño fruncido.
Finalmente llegamos a su casa.
-¿Te quedarás esta noche?- me preguntó. No se como aún quería estar conmigo, había convertido su cumpleaños en una pesadilla. Quzás lo hacia por pena.
-Debería irme a casa.
-Sólo por mi cumpleaños
-No puedes tener las dos cosas, o quieres que la gente ignore tu cumpleaños o no lo quieres. Una cosa u otra.- vaya al menos vi que aún quería estar conmigo.
-De acuerdo. Acabo de decidir que no quiero que ignores mi cumpleaños. Te veré arriba.
Se volvió para recoger los regalos, no sabía como aun los podía querer.
-No estás obligada a llevártelos.- le dije.
-Quiero hacerlo.
-No, no estás obligada. Carlisle y Esme sólo han gastado dinero.- le insistí por si acaso.
-los acepto.
-En tal caso, déjame que te los lleve -dije mientras se los quitaba-. Estaré en tu habitación.
Me sonrió, a pesar de todo lo que le había echo, me sonrió.
-Gracias.- me dijo.
-Feliz cumpleaños –suspiré, me incliné sobre ella para besarle dulcemente. Ella se puso de rodillas para alargar el beso, parecía no haberse acordado de que estábamos en frente de la casa de su padre.
Me aparté con una sonrisa y me esfumé, para ir a su habitación.
Estaba en su habitación, sentado en medio de su cama, jugueteando con las cajas plateadas, de pronto entró ella, la verdad es que me había pasado con ella, no debí haberme puesto así con ella, porque ella no tenia la culpa y me quería.
-Hola -dije con voz apenada.
Se acercó a mí y me quito los regalos de la cama-
-Hola-se acurrucó contra mi pecho pétreo-. ¿Puedo abrir mis regalos ahora?
-¿A qué viene tanto entusiasmo repentino? -le pregunté.
-Has despertado mi curiosidad.
En primer lugar cogió el regalo de Esme y Carlisle.
-Déjame -sugerí. Se lo quité de las manos, rompí el papel con un movimiento fluido y le devolví una caja blanca.
-¿Estás seguro de que podré apañarme para abrir la tapa? -murmuró, pero le ignoré.
Dentro de la caja había una larga pieza de papel grueso con una agobiante cantidad de letra impresa de gran calidad. Le llevó un minuto comprender lo fundamental de la información.
-¿Vamos a ir a Jacksonville?- se emocionó-
-Esa es la idea.
-No puedo creerlo. ¡René se va poner loca de contento! ¿Seguro que no te importa? Es un lugar soleado y tendrás que estar dentro todo el día.
-Creo que me las apañaré –contesté.
-Te habría obligado a abrirlo delante de Carlisle y Esme de haberme imaginado que corresponderías con tanto entusiasmo a un regalo como éste. Pensé que protestarías.
-Bueno, es cierto que es excesivo. Pero ¡lo aceptaría sólo por llevarte conmigo!
Me reí entre dientes.
-Ahora desearía haberme gastado dinero en tu regalo. No me había dado cuenta de que pudieras ser tan razonable.
Cogió mi regalo, pero se lo quité de las manos y lo abrí yo primero.
Me devolvió un estuche de regalo para CD con un disco virgen plateado en el interior.
-¿Qué es?-preguntó, perpleja.
Dejé que lo averiguara por si misma, puse el CD en el reproductor, la primer pista era la nana de Bella, pero de pronto se le empezaron a caer la lagrimas.
-¿Te duele el brazo? -le pregunté con ansiedad.
-No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo.
Oh, vaya era eso.
-Supuse que no me dejarías traer aquí un piano para interpretarla —le expliqué.
-Tienes razón.
-¿Te duele el brazo?- le volví a preguntar.
-Está bastante bien-me estaba mintiendo.
-Te traeré un Tylenol.- le dije sin dudarlo.
-No necesito nada -protestó, pero le deslicé de mi regazo y me dirigí hacia la puerta.
-Charlie –susurró
-No me vera- le prometí.
Salí y volví antes de que la puerta se hubiese cerrado.
Tomó las pastillas que le dí sin protestar
-Es tarde-señalé. La alcé por encima de la cama, y la acurruqué con la manta con tal de que no tuviera contacto con mi piel.
Apoyó su cabeza sobre mi hombro.
-Gracias otra vez -susurró.
-No hay de qué.
Nos quedamos sin movernos ni hablar durante un buen rato, hasta que la nana llegó a su fin y comenzó otra canción.
-¿En qué estás pensando? – me preguntó con un murmullo.
Dudé un segundo antes de contestarme.
-Estaba pensando en el bien y el mal.
-¿Te acuerdas de cuando decidí que no quería que ignoraras mi cumpleaños? –me preguntó.
-Sí -admití con cautela.
-Bien, estaba pensando... que ya que todavía es mi cumpleaños, quería que me besaras otra vez.
-Pues sí que estás antojadiza esta noche.
-Pues sí, pero claro, no tienes que hacer nada que no quieras – añadió un poco picada.
Reí y luego suspiré.
-Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera —repuse con una extraña desesperación en la voz mientras le ponía el dedo debajo de la barbilla y se la alzaba.
El beso empezó del modo habitual, yo procuraba tener el mismo cuidado de siempre y su corazón reaccionaba de forma tan desaforada como de costumbre. Entonces, algo pareció cambiar. Nuestro cuerpos estaban mas juntos que nunca, este beso era el mas apasionado que le había dado nunca, era un beso de despedida.
Cuando me aparte lo hice con brusquedad, pero con la manos firmes. Nos habíamos pasado el reglamentario.
Se desplomó en la almohada jadeando.
-Lo siento -dije, también sin aliento-. Esto es pasarse de la raya.
-A mí no me importa en absoluto—resolló.
Fruncí el ceño, que no le importaba?
-Intenta dormir, Bella.
-No, quiero que me beses otra vez.
-Sobrestimas mi autocontrol.
-¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo? —le desafié.
-Hay un empate —sonreí ampliamente pero luego me puse serio otra vez- ¿Porque no te duermes y dejas de tentar a tu suerte?
-Vale –asintió, y se acurrucó junto a mí.
Esto ya era el final, lo había pensado bien, me iba a ir de aquí, para que mi amor, mi razón de mi existencia, mi sol, pudiera hacer una vida normal, como si yo nunca hubiese existido.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Capitulo 1: La fiesta

Salí a cazar solo, estuve pensando en hoy, un día bastante especial, aunque la verdad a ella no le parecía especial, ya que no le gustaba ser mayor que yo, seguía empeñada en que quería que la convirtiera, pero no podía ser tan egoísta como para quitarle su preciada vida, no podía hacerlo, aparte de que la pudiera matar que eso ya me horrorizaba, el verla pálida, sin vida… convertirla en un monstruo, no, yo no quería hacer eso, menos mal que ella últimamente no sacaba el tema, porque sabia que me enfadaba. Alice apareció interrumpiendo mis pensamientos.
-Edward-me llamo- ¡venga vámonos!- mire el sol, y la verdad es que ya era hora de marcharme, el tiempo había pasado volando.
-Esta bien, ya voy- le conteste un poco burlón, la verdad es que Alice estaba bastante ilusionada con el cumpleaños de Bella, había estado una semana entera preparándolo todo, la verdad es que Alice quería mucho a Bella, y Bella a Alice.
Ya habíamos llegado al instituto, Alice y yo nos quedamos apoyados en el Volvo, después de 3 minutos escuché la vieja camioneta, con su ruidoso motor, pero a pesar de eso, a Bella le encantaba la camioneta.
Bajo de la camioneta, puso cara de pocos amigos al ver a Alice con los ojos como platos, digamos que Alice es muy expresiva. Se acercó lentamente y Alice salto hacia delante para encontrarse con ella.
-¡Feliz cumpleaños Bella!-le dijo con entusiasmo.
-¡Shhh! -bisbiseó mientras miraba alrededor del aparcamiento para cerciorarse de que nadie la había oído. Pero claro, Alice la ignoró.
-¿Cuándo quieres abrir tu regalo? ¿Ahora o luego? le preguntó entusiasmada mientras caminaban hacia mi, haveces no podía creer lo cabezota que era Alice.
-No quiero regalos- protestó con un hilo de voz.
Finalmente Alice se dio cuenta del estado de ánimo de Bella, y yo también
-Vale..., tal vez luego. ¿Te ha gustado el álbum de fotografías que te ha enviado tu madre? ¿Y la cámara de Charlie?- le preguntó Alice, ella lo sabia todo, como siempre.
—Sí, son maravillosos.- le respondió.
—A mí me parece una idea estupenda. Sólo te haces mayor de edad una vez en la vida, así que lo mejor es documentar bien la experiencia.- le dijo Alice.
—¿Cuántas veces te has hecho tú mayor de edad?- le respondió un poco enfadada.
—Eso es distinto. Objetó Alice.
Entonces llegaron a donde yo estaba, le tendí la mano. Me la dio con ganas, se quedó mirando mis ojos y yo también hice lo mismo, eran tan bonitos, tan tiernos, tan bellos, del color del chocolate.
Sonreí al escuchar algo que me encantaba, el tartamudeo de su corazón. Levanté la mano libre y recorrí el contorno de sus labios con uno de mis dedos mientras le empecé a hablar.
-Así que, tal y como me impusiste en su momento, no me permites que te felicite por tu cumpleaños, ¿correcto?- le pregunte aun sabiéndolo.
-Sí, correcto-respondió, me pregunté en que estaría pensando.
-Sólo me estaba asegurando, Podrías haber cambiado de idea. La mayoría de la gente disfruta con cosas como los cumpleaños y los regalos.- le sugerí
Alice rompió a reír y su risa se alzó como un sonido plateado, similar al repique del viento.
-Pues claro que lo disfruta. Se supone que hoy todo el mundo se va a portar bien contigo y te dejará hacer lo que quieras, Bella. ¿Qué podría ocurrir de malo? -lanzó la frase como una pregunta retórica.
-Pues hacerme mayor-contestó apenada.
Mi sonrisa se tensó hasta el punto de no ser una sonrisa.
-Tener dieciocho años no es ser muy mayor -dijo Alice-. Tenía entendido que, por lo general, las mujeres no se sentían mal por cumplir años hasta llegar a los veintinueve.
-Es ser mayor que Edward –masculló.
Suspiré…
-Técnicamente -dijo Alice sin perder su tono desenfadado-, ya que sólo lo adelantas en un año de nada.
Al ver que Bella no decía nada, Alice cambió de tema.
-¿A qué hora vendrás a casa? -continuó Alice, vi la cara de Bella y a juzgar por su expresión esa era la pregunta que había estado evitando a toda costa.
-No sabía que tuviera que ir allí.
-¡Oh, por favor, Bella, no te pongas difícil! -se quejó Alice- . No nos irás a arruinar toda la diversión poniendo esa cara, ¿verdad?

-Creía que mi cumpleaños era para tener lo que yo deseara.- le respondió.
Al ver que la cosa no daba resultado con Alice, me interpuse, yo quería que Bella disfrutase de todas las cosas humanas posibles, y un cumpleaños es importante para un humano, además no quería que Bella se privase de cosas como estas, tampoco podría ser tan malo.
-La llevaré desde casa de Charlie justo después de que terminemos las clases-le dije a Alice, ignorando a Bella.
-Tengo que trabajar -protestó.
-En realidad, no -repuso Alice con aire de suficiencia-, ya he hablado con la señora Newton sobre eso. Te cambiará el turno en la tienda. Me dijo que te deseara un feliz cumpleaños.
-Pero... pero es que no puedo dejarlo –tartamudeó mientras buscaba desesperadamente una excusa-. Lo cierto es que, bueno, todavía no he visto Romeo y Julieta para la clase de Literatura.
Alice resopló con impaciencia.
-Te sabes Romeo y Julieta de memoria.
-Pero el señor Berty dice que necesitamos verlo representado para ser capaces de apreciarlo en su integridad, ya que ésa era la forma en que Shakespeare quiso que se hiciera.
Puse los ojos en blanco.
-Pero si ya has visto la película -le acusó Alice.
-No en la versión de los sesenta. El señor Berty aseguró que era la mejor.
Finalmente, Alice perdió su sonrisa satisfecha y le miró fijamente.
-Mira, puedes ponértelo difícil o fácil, tú verás, pero de un modo u otro...
Tuve que interrumpir la amenaza.
-Tranquilízate, Alice. Si Bella quiere ver una película, que la vea. Es su cumpleaños.
-Así es –añadió.
-La llevaré sobre las siete —continué—. Os dará más tiempo para organizado todo.
La risa de Alice resonó de nuevo.
-Eso suena bien. ¡Te veré esta noche, Bella! Verás como te lo pasas bien -esbozó una gran sonrisa; luego le pellizcó una mejilla y salió disparada hacia su clase antes de que Bella pudiera contestarle.
-Edward, por favor... -comenzó a suplicarme, pero puse uno de mis dedos en sus cálidos labios.
-Ya lo discutiremos luego. Vamos a llegar tarde a clase.- le repuse.

Nadie nos miró cuando entramos a clase, ahora ya no, llevábamos demasiado tiempo para que hablaran de nosotros, cosa que me daba igual que hicieran, nos sentamos donde siempre, en ultima fila. Mike ya ni se inmutaba a hablar a Bella, mejor. Finalmente acabaron las clases.
Acompañe a Bella a su furgoneta, mandé a Alice que se llevara mi coche, para que mi Bella no se escabullera de la fiesta de cumpleaños que le esperaba. Llegamos a la furgoneta y le abrí la puerta de copiloto, algo que no le agradó mucho. Cruzó los brazos y se quedó quieta bajo la lluvia.
-¿Es mi cumpleaños y ni siquiera puedo conducir?
-Me comporto como si no fuera tu cumpleaños, tal y como tú querías.- le recordé.
-Pues si no es mi cumpleaños, no tengo que ir a tu casa esta noche...
-Muy bien -cerré la puerta del copiloto y pasé por su lado para abrir la puerta del conductor-. Feliz cumpleaños.
-Calla -masculló con poco entusiasmo. Entró por la puerta abierta. Me encantaba cuando se ponía así, era increíble que la tuviera, nunca pensé que podría tener a alguien a quién podría amar de la manera en que le amaba a ella.
Mientras Bella conducía, empecé a tocar la radio, que la verdad estaba bastante vieja, quise darle una pista de un regalo pero no se si se percataría, por que la verdad no se si sonaba como una pista.
-Tu radio se oye fatal.- le dije mirándola de reojo.
Puso cara de pocos amigos. No le gustaba para nada que se metieran con su “coche”, jeje.
-¿Quieres un estéreo que funcione bien? Pues conduce tu propio coche - estaba bastante enojada y se le notaba, pero cuando se ponía así, me hacia mucha gracia, tuve que apretar los labios para que no se me escapara una sonrisa.
Cuando aparco delante de la casa de Charlie, quería hacerle olvidar todas sus preocupaciones de la manera que se me daba mejor, queriéndole, me volví hacia ella y tomé su rostro con mis manos,
empecé a acariciarle delicadamente, con las yemas de mis dedos, trazando una línea por los pómulos hasta llegar a la parte de la mandíbula, la acaricié como si fuera una muñeca de porcelana, tan bella y frágil.
-Deberías estar de un humor estupendo, hoy más que nunca –susurré dulcemente.
-¿Y si no quiero estar de buen humor? -preguntó con la respiración entrecortada.
Mis ojos debieron de arder con pasión.
-Pues muy mal.
Me incline hacia ella, y apreté mis labios contra los suyos. Mi boca se detuvo sobre la suya, cálida y suave, hasta que deslizó sus brazos entorno a mi cuello y se lanzó a besarme con entusiasmo, eso ya sobrepasaba los limites, sonreí mientras me besaba, y me alce cuidadosamente para deshacer el abrazo, a veces parecía olvidarse del peligro que corría al besarme, con mis dientes afilados y ponzoñosos.
-Pórtate bien, por favor -suspiré contra si mejilla. Presioné mis labios contra los suyos una vez más y me aparté definitivamente de ella. El pulso me atronaba los oídos.
El pulso de su corazón latía enloquecido después de cada beso que nos dábamos, algo que me encantaba.
-¿Crees que esto mejorará algún día? –preguntó aunque no se si a mi o así misma-. ¿Alguna vez conseguiré que el corazón deje de intentar saltar fuera de mi pecho cuando me tocas?
-La verdad, espero que no -respondí, un poco triste, solo el pensar que su corazón dejara de latir, me horrorizaba.
Puso los ojos en blanco.
-Anda, vamos a ver cómo los Capuletos y los Montescos se destrozan unos a otros, ¿vale?
-Tus deseos son órdenes para mí.- le respondí.
Me acomodé por decirlo de alguna manera en el sofá del salón, mientras Bella ponía la cinta, pasando rápido los créditos del principio. Cuando se sentó le envolví la cintura con mis brazos y la recline contra mi pecho, cogí la manta que se encontraba, doblada, en el respaldo del sofá, y envolví a Bella con la intención de que no se congelara al estar en contacto con mi cuerpo.

-¿Sabes?, Romeo no me cae nada bien -comenté cuando empezó la película.
-¿Y qué le pasa a Romeo? -me preguntó, un poco molesta. Ya que era uno de sus personajes favoritos de literatura.
-Bien, en primer lugar, está enamorado de esa Rosalinda, ¿no te parece que es un poco voluble? Y luego, unos pocos minutos después de su boda, mata al primo de Julieta. No es precisamente un rasgo de brillantez. Acumula un error tras otro. ¿Habría alguna otra manera más completa de destruir su felicidad?
Suspiró
-¿Quieres que la vea yo sola?- me preguntó una cosa bastante absurda.
-No, de todos modos, yo estaré mirándote a ti la mayor parte del rato -mis dedos se deslizaron por su piel, cálida y tierna, trazando formas, poniéndole la carne de gallina-. ¿Te vas a poner a llorar?- le pregunte con ternura.
-Probablemente –admitió-. Si estás pendiente de mí todo el rato.
-Entonces no te distraeré – le objeté, luego empecé a rozar mis labios sobre su pelo, con ese aroma de fresas, un aroma que le hacia mas apetecible.
La película captó el interés de Bella a ratos, per para que me hiciera caso, le susurraba los versos mas hermosos que narraba romeo.
-He de admitir que le tengo una especie de envidia –le dije mientras le secaba las lagrimas.
-Ella es muy guapa.
Hice un sonido de disgusto. Ya que Bella era mucho más hermosa que aquella actriz y además como podía pensar que me interesase por aquella actriz.
-No le envidio la chica, sino la facilidad para suicidarse -aclaré con tono de burla-. ¡Para vosotros, los humanos, es tan sencillo! Todo lo que tenéis que hacer es tragaros un pequeño vial de extractos de plantas...
-¿Qué? -inquiró con un grito ahogado.
-Es algo que tuve que plantearme una vez, y sé por la experiencia de Carlisle que no es nada sencillo. Ni siquiera estoy seguro de cuántas maneras de matarse probó Carlisle al principio, cuando se dio cuenta de en qué se había convertido... –mi voz se volvió seria, pero enseguida la aligeré-. Y no cabe duda de que sigue con una salud excelente.
Se retorció para poder leer mi expresión.
-¿De qué estás hablando? -quiso saber-. ¿Qué quieres decir con eso de que tuviste que planteártelo una vez?
-La primavera pasada, cuando tú casi... casi te mataron... —hice una pausa para inspirar profundamente, luchando por volver al tono socarrón de antes, la pensar en que casi pierde la vida por mi culpa hacia que sintiera un dolor horrible en mi pecho-. Claro que estaba concentrado en encontrarte con vida, pero una parte de mi mente estaba elaborando un plan de emergencia por si las cosas no salían bien. Y como te decía, no es tan fácil para mí como para un humano.
Me estaba costando un poco explicarle, que si ella hubiera muerto, cosa que no quiero que pase por nada del mundo, me hubiera suicidado de una manera muy diferente a la de los humanos.
.
-¿Un plan de emergencia? -repitió.
-Bueno, no estaba dispuesto a vivir sin ti -puse los ojos en blanco como si eso resultara algo evidente hasta para un niño-. Aunque no estaba seguro sobre cómo hacerlo. Tenía claro que ni Emmett ni Jasper me ayudarían..., así que pensé que lo mejor sería marcharme a Italia y hacer algo que molestara a los Vulturis.
De pronto note como se estaba poniendo un poco furiosa.
-¿Qué es un Vulturis? -inquirió.
-Son una familia -contesté con la mirada ausente-, una familia muy antigua y muy poderosa de nuestra clase. Es lo más cercano que hay en nuestro mundo a la realeza, supongo. Carlisle vivió con ellos algún tiempo durante sus primeros años, en Italia, antes de venir a América. ¿No recuerdas la historia?
-Claro que me acuerdo.
-De cualquier modo, lo mejor es no irritar a los Vulturis –continué-. No a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos – mi voz sonaba tranquila.
Al oír esto Bella se horrorizó, me cogió y me abrazó, algo que no me esperé.
-¡Nunca, nunca vuelvas a pensar en eso otra vez! ¡No importa lo que me ocurra, no te permito que te hagas daño a ti mismo!- estaba apunto de llorar, no me gustaba hacerle daño de esa manera pero era la verdad.
-No te volveré a poner en peligro jamás, así que eso es un punto indiscutible.- le aseguré.
-¡Ponerme en peligro! ¿Pero no estábamos de acuerdo en que toda la mala suerte es cosa mía? – se estaba enfadando cada vez más—. ¿Cómo te atreves a pensar en esas cosas
-¿Qué harías tú si las cosas sucedieran a la inversa? —pregunte´-
-No es lo mismo.- que absurdo.
No entendí la diferencia y me reí entre dientes.
-¿Y qué pasa si te ocurre algo?- me preguntó algo pálida—. ¿Querrías que me suicidara?
Cuando dijo la última pregunta, un dolor paso por mi pecho pétreo, aunque vi mejor el sentido de sus palabras.
-Creo que veo un poco por dónde vas... sólo un poco –admití-. Pero ¿qué haría sin ti?
-Cualquier cosa de las que hicieras antes de que yo apareciera para complicarte la vida.
Suspiré, eso era imposible.
-Tal como lo dices, suena fácil.- dije como si lo fuera.
-Seguro que lo es. No soy tan interesante, la verdad- la verdad es que Bella cada día decía cosas más absurdas.
Estuve apunto de discutirlo, pero lo deje pasar.
-Eso es discutible -le recordé.
Charlie estaba a menos de 3 metros de la casa, y en la forma en que estábamos abrazados no era la adecuada, la cogí y la senté a mi lado de una forma en que no nos tocáramos.
-¿Charlie? -acertó.
Le sonreí, entró en la casa y Bella, me cogió de la mano, yo le aferre fuerte.
Charlie entró con una caja de pizza en las manos.
-Hola, chicos, supuse que querrías tomarte un respiro de cocinar y fregar platos el día de tu cumpleaños. ¿Hay hambre?
-Está bien. Gracias, papá.- le respondió Bella.
Charlie no hizo ningún comentario sobre mi falta de apetito, la verdad es que Charlie estaba acostumbrado a que no cenara con ellos.
-¿Le importaría si me llevo a Bella esta tarde? – pregunté a Charlie cuando acabó de cenar.
Bella miró a su padre, se podría decir con un tono esperanzado, pero lo que no sabia ella es que eso a su padre le parecía perfecto.
-Eso es estupendo, los Mariner juegan con los Fox esta noche -explicó Charlie, y Bella se decepcionó un poco, había que admitir lo pillina que era.-, así que seguramente seré una mala compañía... Toma —sacó la cámara que le había regalado la madre de Bella.
Charlie le paso la cámara a Bella, pero a ella se le escapo de entre los dedos, la cogí un ágil movimiento
-Buena parada -remarcó Charlie—. Si han organizado algo divertido esta noche en casa de los Cullen, Bella, toma algunas fotos. Ya sabes cómo es tu madre, estará esperando verlas casi al mismo tiempo que las vayas haciendo.
-Buena idea, Charlie –dije mientras le devolvía la cámara a Bella.
Bella volvió la cama hacia mi y me hizo una foto.
-Va bien.
-Estupendo. Oye, saluda a Alice de mi parte. Lleva tiempo sin pasarse por aquí- Charlie durante la ultima primavera había cogido mucho cariño a Alice, ya que ella había pasado frecuentemente para ayudar a Belle en sus necesidades, ya que en aquel momento su pierna estaba cubierta de yeso.
-Sólo han pasado tres días, papá -le recordó.-Se lo diré.
-Que os divirtáis esta noche, chicos –Charlie se despidió y se fue de camino a el salón para ver el televisor.
No hice otra cosa que sonreír triunfante, otra vez había ganado yo.
Cuando fuimos a su coche le abrí la puerta del copiloto, no creo que me discutiera nada ya que le resultaría bastante difícil encontrara mi casa en medio de la oscuridad.
Conducir la furgoneta de Bella me era algo agobiante, ya que no pasaba de los ochenta kilómetros por hora, intenté acelerar pero no daba mas este viejo trasto, Bella se percato de mi humor.
-Tómatelo con calma -me advirtió.
-¿Sabes qué te gustaría un montón? Un precioso y pequeño Audi Coupé. Apenas hace ruido y tiene mucha potencia...- le comenté para ver que era lo que decía, la verdad que un coche nuevo seria un buen regalo, pero de aquí a que ella lo aceptara, eso seria otra cosa.
-No hay nada en mi coche que me desagrade. Y hablando de caprichos caros, si supieras lo que te conviene, no te gastarías nada en regalos de cumpleaños.
-Ni un centavo -dije con aspecto recatado, la verdad no entendía porque no me dejaba que le hiciera regalos.
-Muy bien.
-¿Puedes hacerme un favor?- le pedí.
-Depende de lo que sea.
Suspiré y entonces me puse serio.
-Bella, el último cumpleaños real que tuvimos nosotros fue el de Emmett en 1935. Déjanos disfrutar un poco y no te pongas demasiado difícil esta noche. Todos están muy emocionados.- había una cosa que no se esperaba.
-Vale, me comportaré.
-Probablemente debería avisarte de que...- me interrumpió.
-Bien, hazlo.
-Cuando digo que todos están emocionados... me refiero a todos ellos.- le dije para que fuera tomando la idea.
-¿Todos? -se sofocó- Pensé que Emmett y Rosalie estaban en África.
Alice se aseguro de que todos asistieran al cumpleaños de Bella, y Emmett al enterarse se puso bastante contento aunque no se podía decir lo mismo de Rosalie, pero estaba seguro de que Rose no me iba a defraudar, pero eso no significaba que se comportara del mismo modo con el que se comportaba con Bella.
-Emmett quería estar aquí.- le informé.
-Pero... ¿y Rosalie?- se asusto un poco e intente tranquilizarla.
-Ya lo sé, Bella. No te preocupes, ella se comportará lo mejor posible.- le dije con voz convincente.
No me contestó y decidí cambiar de tema.
-Así que, si no me dejas regalarte el Audi, ¿no hay nada que quieras por tu cumpleaños?
Sus palabras salieron en un susurro.
-Ya sabes lo que quiero.- ya empezábamos, la verdad es que hubiera preferido continuar con el tema de Rosalie antes que con esto. En lo que llevábamos de día no parábamos de discutir algo que me ponía bastante molesto, intente hacerle sacárselo de la cabeza… una vez más.

-Esta noche, no, Bella. Por favor.- le supliqué.
-Bueno, quizás Alice pueda darme lo que quiero.- al oír esto se me escapo un pequeño gruñido, la verdad es que me estaba enfadando.
-Este no va a ser tu último cumpleaños, Bella – le juré.
-¡Eso no es justo!- claro que no era justo que le quitara la vida, la verdad es que Bella no sabia lo que pedía, tuve que apretar la mandíbula para tranquilizarme.
Finalmente dejo estar el tema. Ya estábamos llegando a la casa, oí como Alice le gritaba a Emmett para que recogiera unas flores que había tirado el mismo, los dos primeros pisos estaban repletos de luz, Bella gimió. Inspiré profundamente, aunque no me hiciera falta para calmarme. Tenia que intentar que Bella también se calmara.
-Esto es una fiesta -le recordé-. Intenta ser comprensiva.
-Seguro- murmuró.
Baje del coche rápidamente y le abrí la puerta le tendí la mano para que saliera.
-Tengo una pregunta.- dijo.
Esperaba que no fuera otra de esas preguntas que me hacían enfadar, la verdad es que haveces me frustraba bastante no poder oír nada en su cabeza.

-Si revelo esta película -dijo mientras se pasaba la cámara de una mano a otra—, ¿aparecerás en las fotos?
¡Valla!, eso si que no me lo esperaba, no hice otra cosa que ponerme a reír coger la mano de Bella y sacarla del coche.
Entramos a la casa cogidos de la mano, todos nos esperaban en el salón, al entrar todos corearon “! Feliz Cumpleaños Bella!”. Noté la incomodidad de Bella a si que le solté la mano, y le pase mi brazo por la cintura y le bese en lo alto de la cabeza, era lo menos que podía hacer para tranquilizarla.
Todo seguido Esme fue a abrazar a Bella, Carlisle la tomó por los hombros y oí que le dijo:
-Siento todo esto, Bella -lee susurró -. No hemos podido contener a Alice.- eso fue algo que me hizo sonreír.
Luego fue el turno de Rosalie y Emmett, ella no sonreía pero Emmett tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-No has cambiado en nada -soltó Emmett con un tono burlón de desaprobación-. Esperaba alguna diferencia perceptible, pero aquí estás, con la cara colorada como siempre.- le dijo a Bella.
-Muchísimas gracias, Emmett -le dijo Bella mientras se sonrojaba, otra cosa que me encantaba de ella y que no quería perder.
Él se rió.
-He de salir un minuto —hizo una pausa para guiñar teatralmente un ojo a Alice-. No hagas nada divertido en mi ausencia.
-Lo intentaré.
Alice soltó la mano de Jasper y saltó hacia Bella, con. Jasper también sonreía, algo que me gustaba, seguro que pronto superaría lo de la sangre humana, pero se mantenía a distancia. Se apoyó, contra la columna, al pie de las escaleras. Jasper era bastante fuerte al estar cerca de un humano, pero siempre me incomodaba un poco cuando sus pensamientos se iban hacia otro lado, muchas veces le he tenido que llamar la atención cuando sus pensamientos iban mas allá sobre un humano, pero en fin era mi hermano.
-Es la hora de abrir los regalos -declaró Alice. Cogió a Bella por el codo y la llevó hacia los regalos.
Se veía que Bella estaba poniendo una sonrisa un poco forzada, la verdad es que no entendía por que se tomaba a mal las fiestas, estaba claro que no le gustaba ser el centro de atención para, para los demás claro, por que para mi Bella era el sol de mi universo.
-Alice, ya sabes que te dije que no quería nada...- le replicó a Alice, algo que no servía de nada tratándose de Alice.
-Pero no te escuché —admitió—. Ábrelos.
Alice le quitó la cámara de las manos y a cambió le entrego el regalo de Jasper, Rosalie y Emmett. Un estéreo para su coche. Desenvolvió el papel y abrió la caja, se sorprendió un poco al ver que no había nada, pues Emmett había ido a ponerle el estéreo.
-Mmm... gracias- dijo algo confusa, aish mi Bella como le quería a ella y sus expresiones, jeje.
A Rosalie se le escapó una sonrisa. Jasper se rió.
-Es un estéreo para tu coche –explicó Alice-. Emmett lo está instalando ahora mismo para que no puedas devolverlo.
-Gracias, Jasper, Rosalie -les dijo mientras, me miró sonriendo, debió de recordar mis quejas sobre su radio—. Gracias, Emmett —añadió en voz más alta, aunque no hiciera falta.
Empezó a reírse fuertemente cosa que hizo hacer reír a Bella..
-Abre ahora el de Edward y el mío —dijo Alice, con una voz tan excitada que había adquirido un tono agudo. Tenía en la mano nuestro regalo. Bella se giró hacia mi y me miró con una mirada vacilante ya que le había dicho que no le había echo ningún regalo.
-Lo prometiste.- le dije recordándole que lo entendiera.
Antes de que ella pudiera contestar, Emmett apareció en la puerta., fue mi salvación para que Bella no me montara uno de sus sermones.
-¡Justo a tiempo! -alardeó y se colocó detrás de Jasper, que se había acercado más de lo habitual para poder ver mejor.
-No me he gastado un centavo-le aseguré, suspiró y se volvió hacia Alice.
-Dámelo –volvió a suspirar.
Emmett rió entre dientes con placer.
Tomó el pequeño paquete, mientras me miraba a los ojos, pero al parecer no estaba enfadada.
-¡Maldita sea! -murmuró, cuando el papel le cortó el dedo. Lo alzó para examinar el daño. Sólo salía una gota de sangre del pequeño corte.
Entonces, todo pasó muy rápido.
Jasper olió la sangre cosa que hizo, que la garganta le ardiera y quisiera saciarse con Bella, reaccionó muy rápido, lo único que pensé por segunda vez con lo que llevaba con bella fue: “¡Ella no!”.
-¡No! —rugí, en ese momento no me importaba quien había sido Jasper para mí, solo sabía que quería matar a lo que mas quería ene este mundo.
Me arrojé hacia Bella con la intención de echarla hacia atrás, calló al suelo sobre un florero cosa que hizo que se hiciera otro corte en el codo, Jasper chocó contra mí y rugió fuertemente, intentó apartarme y morderme pero lo tiré hacia atrás de un empujón para sacármelo de encima, callo dos metros atrás sobre el piano de cola, su mente estaba llena de sucios pensamientos sobre la sangre de Bella.
Al segundo siguiente, Emmett agarraba a Jasper desde detrás, sujetándolo con su abrazo, pero Jasper se debatía desesperadamente, con sus ojos de expresión vacía fijos exclusivamente en Bella, estaba enloqueciendo.
Me giré para observar a Bella que estaba aturdida, se miró el codo que estaba sangrando, me miró con cara de culpabilidad cosa que ella no tenia, la culpa había sido ¡Mía!, ¡No sé como pude permitirlo, no se como pude ser tan imbécil para que pasar esto¡, había estado de perder a Bella otra vez y eso era una cosa que no me podía permitir, solo sabia que yo ya no le merecía…